Novozhilov de Moscú: fue arrestado mientras esperaba a su mujer
Guseva: una anciana. Arrestada mientras compraba un traje y pan blanco para su marido
Nazin: asistente de Jefe de Bomberos. Apresado en la calle
Estos tres casos no son otra cosa que una representación de las más de seis mil personas que fueron llevadas a la Isla de Nazino en la estalinista Unión Soviética en 1933.
La Isla de Nazino, también conocida cómo la “Isla de los Caníbales”, se encuentra en Siberia, al norte de la ciudad de Tomsk. Esta zona casi despoblada era perfecta para poner en práctica una de las ideas más macabras de Stalin: aislar a los “elementos obsoletos”, para que estos no contaminaran a la perfecta sociedad comunista. La idea original era recluir en unas zonas alejadas a todos los elementos sobrantes de las grandes ciudades, sobre todo Moscú y Leningrado. Hay que recordar que estas ciudades estaban atestadas de gente ya que los campos se habían visto despoblados por la crisis de producción del campo, sobre todo debido a las políticas económicas estalinistas
En febrero de 1933 le propusieron a Stalin un “plan grandioso” con el que la URSS conseguiría reubicar a unos dos millones de personas, sobre todo en Siberia y Kazajistán. La idea era que estos parásitos se harían autosuficientes y se volverían así productivos. El método para “reclutarlos” fue sencillo: pedir el pasaporte de ciudadano de Moscú y Leningrado, quien no poseyera uno en el momento en el que se lo solicitaran sería deportado, junto a violadores y asesinos. Se buscaba así limpiar las ciudades principales de elementos dañinos para la sociedad, como pobres, prostitutas y emigrantes de otras repúblicas y localidades rurales.
De las 6.114 personas que fueron deportadas, cerca de 4.000 (el 65%), murieron en menos de un mes. La isla estaba deshabitada y carecía de asentamientos previos, a ello hay que unir que no había herramientas, ni comida. Esto en gran parte se debe a que las purgas comenzaron mucho antes de lo que debían y la ciudad de Tomsk no estaba preparada para la gran afluencia de gente que llegó a la ciudad. Los “elegidos” eran introducidos en trenes que los transportaban hasta Tomsk. El recorrido duraba entre diez y quince días. La comida se limitaba a trescientos gramos de pan por persona, lo que provocó que los más agresivos se aprovecharan de los más débiles, arrebatándoles ese pan, sus ropas y en muchos casos, sus vidas. Tras dos días en la ciudad de Tomsk, prosiguieron su odisea hacia la Isla de Nazino en unos botes, donde se les daba una ración de 200 gramos de pan por persona.
Junto a las personas se transportaban para su manutención en la isla unas veinte toneladas de harina, el problema, no había nada con que trabajarla, así que muchos se vieron forzados a comer harina mezclada con agua, usando para ello sus sombreros o chaquetas. Otros decidieron comérsela directamente, muriendo algunos de ellos asfixiados. Los primeros días los repartos fueron caóticos, así que se nombraron unos “brigadieres” que distribuían la harina. Estos brigadieres eran frecuentemente delincuentes que se valían de su posición para abusar de los demás. Muchos fueron los que trataron de huir, fabricando balsas. Muchas de ellas se hundieron, apareciendo cientos de cadáveres a la deriva en la costa de la Isla.
Esta falta de alimento derivó en los primeros casos de canibalismo, produciéndose estos dentro de los primeros diez días. La gente fallecía en cantidades ingentes y, los que no lo hacían de forma natural, morían a manos de otros presos. Pronto comenzaron a verse trozos de carne humana colgando de los árboles para su ingesta.
Los pocos que consiguieron huir lo hicieron hacia las localidades más cercanas, preguntando cómo llegar a Moscú o Leningrado o donde poder coger un tren para huir, pero los habitantes de estas ciudades remotas no sabían apenas que era un tren y mucho menos donde se encontraba Moscú o Leningrado.
Por último, dejo uno de los testimonios más desgarradores, que sirva para guardar el recuerdo de la gente que murió víctima de la locura de un demente totalitario:
En la isla había un guardia llamado Kostia Venikov, un hombre joven. Estaba cortejando a una bonita chica cuando fue enviado allí. Él la protegió. Un día tuvo que alejarse por un rato, y le dijo a uno de sus camaradas:”Cuídala”, pero con toda la gente allí el camarada no pudo hacer mucho… La gente agarró a la chica, la ataron a un álamo, cortaron sus pechos, sus músculos, todo lo que pudieran comer, todo, todo… Estaban hambrientos, tenían que comer. Cuando Kostia regresó, ella todavía estaba viva. Él trató de salvarla, pero ella había perdido demasiada sangre”